El gremio de los camioneros no suele recibir la atención que se merece en los medios de comunicación. Son los responsables de que nuestras tiendas estén repletas de bienes, y nuestros supermercados llenos de comida. Comparten la carretera con nosotros, y con frecuencia, los automovilistas los calificamos de molestia necesaria – necesariamente ocupan más espacio y están obligados a circular más despacio. Quizá deberíamos tener en cuenta que el camión es el medio de trabajo de miles y miles de personas, que sufren a diario el comportamiento incívico de muchos conductores. Estas actitudes no sólo les desesperan, les ponen en peligro y les hacen perder dinero.

1) Incorporaciones apuradas de otros vehículos

¿A quién no le ha pasado esto? Vas circulando por una carretera y en una incorporación a la vía, un auto se cuela delante de nuestro vehículo a una velocidad muy inferior, cuando debería habernos cedido el paso. Suele ocurrir con conductores despistados, o conductores que no calculan adecuadamente la diferencia de velocidad entre nuestro vehículo y el suyo. Si vamos en coche, esta situación suele saldarse con un frenazo y un improperio. Frenar un camión cargado, de hasta 60 toneladas de peso y 25,25 metros de longitud no es tan sencillo ni seguro.

Los camioneros pasan muchas más horas al volante que el conductor medio, sufriendo con más frecuencia a conductores despistados, agresivos e incompetentes.

La distancia de frenado de los camiones es muy superior a la de un vehículo menor, con una inercia a vencer órdenes de magnitud superior. La carga del camión puede incluso desplazarse, creando una clara situación de peligro para todos los usuarios de la vía – imaginen el desastre que puede ocurrir si un camión de 40 toneladas pierde el control. En algunos casos, es posible que el camión no pueda frenar a tiempo, y termine impactando contra el auto que se ha incorporado en el último momento. No hace falta ser físico ni experto en automoción para adivinar el desastroso resultado de dicho accidente.

2) Autos estacionados en segunda fila en centros urbanos

“Sólo son cinco minutos”, dices, mientras corres a recoger un paquete en Correos o haces una compra de última hora. Aunque los coches y las furgonetas puedan circular por el hueco que has dejado, no ocurre lo mismo con los autobuses o los grandes camiones – cuya anchura máxima es de 2,55 metros y maniobran con mucha más dificultad. No hace falta que imaginen el caos que puede causar un camión bloqueando una calle concurrida en un centro urbano. El problema no es sólo el caos: estarás haciendo perder tiempo y dinero a mucha gente – especialmente al camionero. ¿Y si el camión al que obstaculizas el paso fuera un camión de bomberos?

3) No usar los intermitentes en las rotondas

La aceleración de un camión cargado es muy modesta. En las rotondas, los camiones suelen sufrir para incorporarse, especialmente si el tráfico de la zona es intenso. No usar los intermitentes en las rotondas es además de sancionable, una actitud egoísta e irrespetuosa para con los demás conductores. Si no señalizamos nuestra maniobra, el camión pierde la capacidad de anticiparse al tráfico, y pierde su escaso margen de incorporación. No sólo pierde tiempo, pierde dinero y provoca retenciones. Todo por no mover nuestro dedo izquierdo y accionar esa palanca situada junto al volante.

Hay otra situación todavía más problemática, y es cuando un camión frena para incorporarse a una rotonda, por la que circula otro vehículo. Si dicho vehículo no señaliza su intención de salir de la rotonda, el camión se ve obligado a frenar – incluso detenerse al completo – asumiendo que seguirá dando la vuelta a la rotonda. Si el vehículo hubiera señalizado su intención de abandonar la rotonda, el gigantesco motor diésel del camión no habría tenido que inyectar cientos de mililitros de petróleo, sólo para volver a ponerlo en marcha. Seamos respetuosos con los camiones, y con el – en muchas ocasiones – autónomo que los conduce.

4) Adelantamientos al límite, y no solo cuando termina la doble pista

Cuando se abre una pista lenta, el camión se aparta a la derecha, dejando pasar al resto de vehículos. El problema llega cuando se acaba el carril, y todos los autos quieren adelantar al camión, dándose adelantamientos tan apurados como los de un Gran Premio de Fórmula 1. Adelantamientos que llegan a poner en peligro a los vehículos que circulan por el carril contrario, obligando al camionero a frenar o invadir el arcén, tratando de evitar un accidente. Si es una imagen esperpéntica como espectador, imaginad como protagonista.

Los camiones son adelantados decenas de veces al día, por motivos obvios: circulan más lentamente que el resto del tráfico rodado. En carreteras todos los conductores parecen convertirse en auténticos pilotos, adelantando a los camiones en tramos sin visibilidad, o calculando la distancia del camión de forma errónea. No creo que sea necesario explicar lo peligroso que un adelantamiento fallido puede ser para todos los implicados. En muchos casos, será el propio camionero el que nos dé paso, activando el intermitente derecho. Si no estás seguro del adelantamiento, no lo lleves a cabo.

5) No guardar la distancia de seguridad e invadir sus puntos muertos

Los camiones son mucho más largos y anchos que cualquier auto, y la visibilidad desde su cabina es muy inferior. Aunque algunos disponen de muchas ayudas electrónicas a la conducción y elementos de seguridad activa – como detector de vehículos en punto muerto – no todos los camiones que circulan son de última generación. Si nos pegamos a medio metro de su paragolpes trasero, ni el camión más moderno, ni el camionero más atento nos podrán ver. Los puntos muertos de un camión son grandes, especialmente cerca de la cabina – por la diferencia de altura – y en su parte trasera. Evita sus puntos muertos, y mantén una distancia de seguridad adecuada.